miércoles, 28 de diciembre de 2016

De la Fiesta de las Luces, חֲנֻכָּה, Janucá, a la Navidad

Las vidrieras de la catedral de Astorga son del siglo XVI.
Constituyen uno de los conjuntos mejor conservados
del patrimonio vidriero español.
Este año, más que otros, he recibido de amigos no cristianos mensajes y alegatos contrarios a la celebración de la Navidad, a veces incluso cargados de hostilidad, cuyo argumentario pivotaba sobre la idea de que esta fiesta se la habíamos robado los cristianos a los paganos para convertirlos.

La fiesta original, según los mensajes que me han reenviado, ideas que circulan por Internet sin que nadie sepa de dónde salieron, sería la de los saturnales romanos, o la del solsticio de invierno celta, o la del nacimiento del sol invicto… Otros decían que era un invento copiado de otras religiones cuyos dioses también habrían nacido el 25 de diciembre.

Y, como tozudo leonés que soy, cuando una cuestión llega a ponerse encima de mi mesa ya no la retiro de ahí hasta que no la veo suficientemente clara. ¿Qué habrá de verdad en todo ello?

La hipótesis de que la Navidad de Jesús sea una copia de la de otros "dioses" es tan sin fundamento y tan rechazable como que realmente no hay ninguna mitología que afirme el nacimiento en el 25 de diciembre de ningún otro fundador de religiones. De hecho en Irán la festividad en honor a Zarathustra se celebra el 26 de marzo. Horus habría nacido en verano según el calendario del antiguo Egipto. Los budistas celebran el cumpleaños de Budda en distintos días de mayo según los años y en Japón el 8 de abril. Los antiguos griegos celebraban el nacimiento de Heracles el cuarto día de cada mes. Tammuz de Babilonia, según su mitología, no nació un 25 de diciembre; Tammuz para los romanos era Saturno y su fiesta el 17 de diciembre, etc. etc.

La primera respuesta que se me ocurrió dar a los críticos es que no importa cuándo haya nacido Jesús, no importa que no sea ésta la fecha exacta porque lo que nosotros celebramos es un hecho, no una fecha. Y la celebramos cuando queremos o más nos conviene y tenemos derecho a ello tanto como cualquier otro tiene derecho a celebrar su fiesta cuando le convenga. Los cristianos venimos celebrando la Navidad muchos siglos, tantos como para que nadie nos cuestione ahora nuestro derecho a seguir haciéndolo.

Luego, estudiando el tema descubrí que la celebración de la Navidad en esta fecha no deriva ni de cuándo nacieron otros dioses, ni de las fiestas romanas, ni celtas, ni de estratagemas para convertir paganos... Descubrí incluso que, como todo en el cristianismo, también la Navidad tiene su conexión con la historia del pueblo de Israel.

Las saturnales no explican nada pues son en fechas anteriores a las de la Navidad, ni siquiera simultáneas, ya que se celebraban oficialmente el 17 de diciembre aunque el pueblo alargaba la fiesta otros tres o cinco días.

La más relacionada es la fiesta romana del "Nacimiento del Sol Invicto" que fue instituida por el emperador romano Aureliano el 25 de diciembre del año 274. Pero no es que los cristianos superpusieran la Navidad a la fiesta romana sino que los romanos intentaron, sin éxito, dar una alternativa pagana a la fiesta cristiana que ya existía. Tenemos documentos cristianos escritos del año 204 afirmando el nacimiento de Jesús el 25 de diciembre (Hipólito de Roma en su comentario al libro del profeta Daniel). A partir del siglo IV la única fiesta que sobrevivió en esa fecha fue la cristiana. 
"Así se puso de relieve que el nacimiento de Cristo es la victoria de la verdadera luz sobre las tinieblas del mal y del pecado". (Benedicto XVI)
En cualquier caso Aureliano estuvo acertado al relacionar a Jesús con la idea del Sol Invicto porque los cristianos han utilizado siempre esa imagen en relación a Cristo.
"Pero a vosotros, los que teméis mi nombre, os iluminará un sol de justicia y hallaréis salud a su sombra; saltaréis y brincaréis como terneros que salen del establo". (Mal 3, 20)
"Por la entrañable misericordia de nuestro Dios,
nos visitará el sol que nace de lo alto,
para iluminar a los que viven en tinieblas
y en sombra de muerte,
para guiar nuestros pasos
por el camino de la paz". (Lc 1, 78-79)
El 25 de diciembre como fecha del nacimiento de Jesús no depende de influencias paganas sino que surgió de los esfuerzos de los primeros cristianos para averiguar la fecha a partir de la fecha histórica de la muerte y resurrección de Cristo, que es la primera fiesta cristiana, y de ahí, aplicando el supuesto de la "edad integral", que los grandes profetas de Israel habrían muerto el mismo día que fueron concebidos, y contando los nueve meses que dura un embarazo, se deduce la fecha de su nacimiento; el 25 de diciembre según los cálculos de la mayoría de los cristianos y el 6 de enero según los cálculos de los cristianos armenios.

En cambio, la fiesta pagana que instituyó el emperador romano Aureliano en esa fecha, en el año 274, fue un intento político que animase y unificase un imperio en decadencia y además fue también un intento de dar un sentido pagano a una fecha ya importante para los cristianos romanos.

En 1223 San Francisco de Asís inauguró la tradición
de representar la escena del nacimiento de Jesús en Belén.
Aquí un "Belén" artesano peruano, con indumentaria
peruana.
Con lo anterior ya podíamos darnos por satisfechos habiendo encontrado una explicación histórica de la fecha de la Navidad, pero aún nos esperaba una sorpresa mayor. Una explicación de otro tipo, ésta podríamos decir que sería de tipo teológico. La historia de nuestra salvación está llena de acontecimientos históricos que revelan significados trascendentes.

Fue casualidad, ya no estaba buscando, cuando me topé con la siguiente información:
Después del paso conquistador de Alejandro Magno, gobernaron sobre Israel los seleucidas que intentaron imponer la cultura y religión de los griegos obligando a los judíos a ofrecer culto a los dioses griegos y prohibiendo ofrecérselo a Yahvé. Profanaron el templo de Jerusalén y en el altar sacrificaron animales impuros. Reinando Antioco IV un grupo de judíos liderados por los Macabeos levantó al pueblo en rebelión y, aunque muchos murieron mártires, consiguieron la victoria e instauraron un periodo de libertad que duraría hasta la llegada de los romanos.

Tras la victoria militar reconstruyeron el templo y construyeron un nuevo altar en sustitución del profanado. La consagración y nuevo sacrificio fue el 25 de diciembre (1 Mac 4, 52). Desde entonces siguen celebrando la misma fiesta en su memoria, es la fiesta de חֲנֻכָּה, Janucá o Fiesta de las Luces.
“Judas (Macabeo), con sus hermanos y toda la asamblea de Israel, determinó que se conmemorara anualmente la nueva consagración del altar con solemnes festejos, durante ocho días a partir del 25 del mes de casleu”. (1 Mac 4, 59).
Hanukkah, Janucá o חֲנֻכָּה, se vive de un modo
semejante a la Navidad cristiana.
Como el calendario judío es lunar no coincide siempre en la misma fecha que el 25 de diciembre del calendario gregoriano que es el que sigue el mundo cristiano hoy. Pero la conexión y continuidad está en que para nosotros Cristo es el nuevo y definitivo altar y también su sacrificio es el sacrificio definitivo porque Él es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo.

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